lunes, 26 de noviembre de 2012

Los Malos de la Historia: Calígula

Buenos días; empezamos la semana con un nuevo personaje en nuestra sección " Los Malos de la Historia".

Calígula:




Cayo Julio César Augusto Germánico ( 12-41 d.C.) fue el digno sucesor del cruel Tiberio, pues se ganó también fama de malvado y sanguinario, y es posible que incluso lo superara.

De hecho, Calígula, que compartía retiro en Capri con Tiberio, arrancó el anillo del dedo del emperador cuando todavía su cuerpo se encontraba caliente autoproclamándose nuevo César.
Durante aquel tenso proceso se rumorea que Tiberio, que aún  daba algunas señales de vida pidió un vaso de agua ante la mirada horrorizada de su sucesor. Uno de sus seguidores tuvo que asfixiar con una almohada al moribundo general para que Calígula pudiera al fin proclamarse César.

Aunque Calígula murió joven y no pudo gobernar durante mucho tiempo el pueblo lo adoraba y con su mandato el Imperio romano viviría grandes momentos. Seguramente los que estaban a su servicio no opinaban lo mismo, ya que tenían que convivir con sus enfermedades y sus rarezas, llegó incluso a ensayar diferentes muecas para asustar a su séquito, que temblaba cuando el emperador los miraba fijamente.

Calígula era un hombre poco agraciado y parece ser que eran muchos los complejos que lo atormentaban, quizá para superarlos la emprendía sobre todo con las mujeres, a las que sometía a castigos físicos que él mismo ejecutaba. Algunas de sus decisiones sorprendían y mucho a los que lo rodeaban; por ejemplo, al acceder al trono, mandó sacrificar ciento sesenta mil animales como muestra de agradecimiento a los dioses.

Sus excesos pronto comenzaron a pasar factura y al año de su mandato ya se había gastado la fortuna que había heredado de Tiberio. Obviamente salió de la difícil situación a base de impuestos a lo más desfavorecidos.

Sus enfermedades mentales lo sumían en ataques epilépticos y eran muchas las noches que pasaba sin poder dormir lo que aumentaba su locura y obsesiones. Una de ellas era su hermana Julia Drusila a la que de adolescente poseyó  en la casa que vivían a que a partir de ese momento disfrutaría, estuviera casada o no.

A su muerte Calígula ordeno luto general y castigó severamente a aquel que se riera, se bañara o hubiera comido con su familia de forma distendida. Y aunque Drusila fue su preferida el emperador también se acostó con sus otras hermanas y con toda aquella mujer que le apeteciese.

Mandaba traer esculturas de todos los lugares del mundo, a algunas les arrancaba la cabeza  mandaba poner un busto suyo.

Para rematar su desesperación y a su locura, pensando que Roma estaba viviendo en un periodo demasiado tranquilo y que no pasaría a la posteridad por nada relevante, inventaba batallas con su propio ejército, al que dividía  ordenaba disfrazarse para simular de este ridículo modo que eran atacados por un ejército bárbaro, en algunas ocasiones Calígula al frente del ejército romano extermino a sus propios hombres disfrazados de enemigos.

Calígula tuvo una muerte a la que asistieron muchos de sus enemigos. El primero en asestarle un terrible golpe fue Casio Quereas, el jefe de los pretorianos, que aprovecho un descanso del emperador para lanzarle un hachazo al cuello, el mandatario se revolvió de dolor pero no le causo la muerte.

Al escuchar sus gritos lastimeros, acudieron varias personas que tenían deudas pendientes con el, se habla de una treintena que acabaron de forma brutal con su vida, la de su esposa e incluso la de su hija.

Sus cenizas permanecieron en el Mausoleo de Augusto en el año 410, pero tras un saqueo, fueron esparcidas y sus restos se perdieron para siempre.

Muerte cruel para uno de los mandatarios más perversos de la Antigua Roma al que incluso el Senado borraría de la lista de los emperadores romanos para que fuera olvidado por la historia.